lunes, 13 de mayo de 2013

Mariposas de otoño



 La mariposa volotea
y arde —con el sol— a veces.

Mancha volante y llamarada,
ahora se queda parada
sobre una hoja que la mece.

Me decían: —No tienes nada.
No estás enfermo. Te parece.

Yo tampoco decía nada.
Y pasó el tiempo de las mieses.

Hoy una mano de congoja
llena de otoño el horizonte.
Y hasta de mi alma caen hojas.

Me decían: —No tienes nada.
No estás enfermo. Te parece.

Era la hora de las espigas.
El sol, ahora,
convalece.

Todo se va en la vida, amigos.
Se va o perece.

Se va la mano que te induce.
Se va o perece.

Se va la rosa que desates.
También la boca que te bese.

El agua, la sombra y el vaso.
Se va o perece.

Pasó la hora de las espigas.
El sol, ahora, convalece.

Su lengua tibia me rodea.
También me dice: —Te parece.

La mariposa volotea,
revolotea,
y desaparece.

Neruda
Pintura: Christian Schloe

5 comentarios:

Rita dijo...

Bonito poema del gran Neruda. Triste, recordatorio de que todo es efímero, todo pasa...casi...casi...tan rápido como la vida fugaz de la mariposa.Rita

Ana dijo...

Por cierto que sea, lo niego -niego al gigante, molino, molino de viento particular-
Nada se va ni perece.

Beatrice dijo...

"convalece,
se va o perece..."

Gracias Rita, gracias Ana.

ana maría parente dijo...

Todo se va ,pero queda su marca a fuego en nuestro espíritu.

Beatrice dijo...

Queda, sí que queda.

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