sábado, 8 de septiembre de 2007

El mar



Ahora comprendíamos la desapacible inquietud que nos embargaba a medida que nos internábamos en ese desolado paisaje.

El mar, aunque celoso y violento cuando se está en medio de él, desde esa lejanía era un compañero inmenso, un manso llano de paz, cuya vista infundía quietud y, sobre todo, esa vaga e indefinible sensación de la esperanza.

Hay paisajes, como instantes de la vida, que no se borran jamás de la mente; vuelven siempre a traspasarnos desde adentro, cada vez con mayor intensidad.
Este en que dimos la última mirada al mar es uno de ellos; allí volvimos la cabeza para no perder la postrera visión de esa esperanza y entrar de lleno en aquella tierra de olvido.


Tierra de olvido
Francisco Coloane

2 comentarios:

Pame Recetas dijo...

Querida Beatriz: Un precioso y singular texto de Don Pancho. Preciosa entrada, como siempre. Besos y abrazos

Maria Ines dijo...

Como siempre Beatriz, juegas de una manera impecable con el texto y su autor y la imagen...

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